La banda de pop punk se presentará el viernes en Niceto Club.
The Muffs, la banda de pop punk que lidera Kim Shattuck, desembarcará por primera vez en Argentina este mes, para hacer un recorrido por su discografía y adelantar algunos temas nuevos en una visita que prevé shows en Rosario y en Buenos Aires.
La presentación será el viernes 21, en la sala porteña Niceto Club, de la calle Niceto Vega 5510 en el barrio porteño de Palermo, con las bandas Mamushkas, Pelea de Gallos y Autopista como invitadas, y el sábado 22 en el local rosarino Floyd, de la calle Dorrego 1362, junto a los grupos Zona 84 y Escéptica.
“Estamos trabajando en un nuevo álbum, que va a sonar como nosotros, ¡100% Muffs!. Empezamos, fuimos, somos y siempre seremos una banda agresiva y fuerte con canciones de melodías pegadizas”, anticipó y describió Shattuck, que durante la década del 80 fue parte de The Pandoras, una banda de garage y de punk rock formada por chicas punks.
Sin embargo, la blonda que en cuestión de segundos lleva su voz desde los tonos más dulces hasta las notas más rasposas, de esas que cuando las escuchas te hacen doler las cuerdas vocales, sostuvo que con The Muffs el punk “es otro género en el que nos volcamos. No creo que seamos punk rock. Somos agresivos y desagradables, y hacemos lo nuestro”.
The Muffs se formó en 1991, tras la disolución de The Pandoras, y se integra por Shattuck (voz y guitarra), Ronnie Barnett (bajo) y Roy McDonald (batería), quienes registran seis álbumes de estudio, el debut “The Muffs”, editado en 1993, con los sencillos “Big mouth” y “Everywhere I go”, y otros temas pegadizos y con tempo constante como “Better than me” y “Not Like Me”.
Este primer disco marcó un nuevo desafío en la carrera de la artista que en 1990 dejaba de ser parte del cuarteto femenino que con influencias musicales de los 60 lideraba Paula Pierce (quien fallecería un año después), para establecerse como cara principal de The Muffs.
Con la fórmula de canciones de “The Muffs”, composiciones cortas y enérgicas, se sucedieron tres discos más, con dos años de diferencia entre uno y otro: “Blonder and Blonder” (1995), “Happy Birthday to Me” (1997) y “Alert Today, Alive Tomorrow” (1999), de bases explosivas, bailables y algunas baladas, que hablaban de amor y derrotas varias, y que promediaban los dos minutos y medio.
Cinco años más tarde apareció “Really Really Happy”, el cuarto y último disco del power trío antes de que los músicos decidieran tomarse un tiempo que llevó algunos meses más de los que estipulaban pero que los reunió bajo “Whoop Dee Doo” (2014), el último trabajo del trío que, a diferencia de discos anteriores, no contenía ningún tema con una duración menor a dos minutos.
La blonda que confesó estar “en el mejor momento de su carrera” no sólo se trae entre brazos esta nueva etapa con The Muffs y su primera visita a Sudamérica sino que también adelantó que en noviembre lanzará junto a The Pandoras, que vuelve al ruedo con Melanie Vammen (teclados), Karen Blankfeld (batería) y Hillary Burton (guitarra), un EP de siete canciones.
– ¿Por qué decidieron tomarse un tiempo después de “Really Really Happy”?
– Necesitábamos tomarnos un tiempo y el recreo duró más de lo que deseamos. En realidad nunca decidimos separarnos pero volvimos a juntarnos porque había estado escribiendo y tenía una tonelada de buenas canciones. ¿Quiénes iban a tocarlas conmigo si no era The Muff?
– ¿Qué recordás de los 90 y del comienzo con The Muffs?
– Siempre quise tener una banda en la que pudiese escribir mis canciones, eso me hace feliz, la creatividad es todo para mí. Los 90 fueron años de mucha diversión y giras, era todo lo que quería hacer.
– ¿Cómo ves el espacio que la mujer tiene en la música?
– Me encanta. No creo que nos estigmaticen. A veces hay personas que son violentas y sexistas pero la mayoría no lo es.
– ¿Cómo fue ser parte de una banda de mujeres en los 80?
– Fue divertido ser parte de Pandoras, no fue difícil en absoluto. Tenemos muchas historias divertidas sobre nuestras giras de aquel momento. Nuestro manager trató de tomar mierda de nuestro oso, y no es la peor historia.